Salones de belleza: la inflación aleja a las clientas mientras suben los precios

Cuando recientemente la inflación golpeó la economía de Estados Unidos no lo hizo solo en los niveles más altos, también tocó la puerta de pequeños negocios a los que ha mantenido en jaque. El sector de la belleza es uno de los afectados: hay precios altos para comprar productos y muy poca clientela.

“A diario eran seis o sietes clientas. Desde que empezó la inflación hace unos cinco meses

estoy haciendo tres, dos o hasta una”, explica Lilien González, una manicurista que trabaja en un salón al oeste de Miami en donde también se ofrecen servicios de peluquería, tratamientos faciales y arreglo de uñas en general.

La crisis ha afectado a ambas partes del negocio: a quienes lo trabajan y a quienes lo disfrutan. Para los están detrás del mostrador conseguir los suministros del día a día es una tarea que hoy requiere más dólares.

“Los productos han subido que eso no tiene comparación. Es una cosa fuera de este mundo. Tú vas a un ‘supply’ por dos productos y son 150 dólares, algo que era tan simple y podía costar tan poco. Y lo que más ha subido son los gastables, lo que tienes que comprar prácticamente todas las semanas”, agregó.

Cuando González menciona estos productos se refiere a la acetona, el ‘buffer’ (pulidor de uñas) y las limas, tres elementos indispensables para poder trabajar.

Los problemas de la cadena de suministro para abastecer y distribuir materias primas han contribuido al encarecimiento, ya que al fallar una parte del proceso se genera de forma casi instantánea un aumento en los costos de producción, por la demora.

La clientela también ha sentido un alza que la afecta de forma directa. Quienes se hacían las populares uñas en gel han pasado de pagar 40 dólares a 50, lo que significa un aumento del 25% en el costo de este servicio.

“Si esta (pintura de gel) es la más económica y la gente se limita imagínate las demás”, dice González mientras rellena unos pomos con acetona. “Muchas clientas que se hacían acrílico han tenido que dejar de hacérselo y pasar al gel”, agregó.

La crisis en números

Aunque la inflación en Estados Unidos se redujo en agosto por segundo mes consecutivo, los números continúan siendo altos con un aumento interanual del 8,3%. Esto significa que ha habido una ralentización con respecto al alza del 8,5% en julio y el repunte del 9,1% de junio, según los datos más recientes de la Oficina de Estadísticas Laborales (OES). En el sur de Florida, según la OES, el índice de todos los artículos ha aumentado en el 10,7% en el último año.

A la cabeza de los pequeños negocios, sus dueños buscan desesperados cómo mantenerse a flote. Para ello han tenido que hacer ajustes como aumentar el precio de sus servicios y, en el caso de las peluquerías, incrementar el monto de la renta de sillones.

“Todo sube y también me suben a mí el precio en el salón porque todo está caro. Al subirle a la dueña el precio de la renta automáticamente se refleja en lo que pago por estar en este lugar. El que es cuentapropista como yo termina trabajando muchas más horas para poder cubrir todos los gastos”.

Para Reynold Treto, quien se desempeña como Business Intelligence Consultant, “es casi una tormenta perfecta” todo lo que está sucediendo en el ámbito de la economía. En su criterio, las consecuencias permanecerán por largo plazo “y es difícil decir con exactitud cuando todo volverá a la normalidad”.

Estas secuelas ya son apreciables en cómo las personas están cambiando sus hábitos financieros cuando se trata se servicios que no son indispensables. “Mientras más cuidadosos sean los consumidores con el dinero que gastan, más afectadas se verán los servicios y compras en el sector de la belleza”, dijo.

Y eso es algo que desde hace meses experimenta González en su trabajo.

“En un local donde hay cinco o seis manicuristas, ¿qué hacemos? Nos damos cabezazos. Para que entre una o dos (personas) es mucho trabajo y tenemos una lista por la que vamos rotando. Yo veo que cada día está peor, menos clientas aparecen, menos todo”.

Geysell Cisneros graduated with a Journalism degree from the University of Havana in 2013 and shortly emigrated to the United States where she aspires to obtain her master's degree. She is interested in working with the Hispanic community and is committed to digital journalism.