Residentes y contratistas pelean por el futuro del Byron Carlyle

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Manning Salazar todavía recuerda cuando, junto con sus abuelos, llegó a las puertas del teatro Byron Carlyle, ubicado al norte de Miami Beach, para ver el estreno de la película “La Guerra de las Galaxias” a principios de la década de los ochenta. 

“En el teatro tenían funciones dobles durante los veranos, proyectaban películas ‘western’ y se llenaba de niños. Era como una actividad del vecindario…Durante este tiempo, North Beach solía ser entretenido. Era la parte más desarrollada de Miami Beach, todo ocurría ahí”, indicó Salazar.

El 24 de Febrero, la comisión de Miami Beach tendrán en sus manos definir el futuro de este teatro, ahora abandonado. Las partes interesadas se volverán a reunir a finales de febrero para escuchar como las constructoras ajustan su proyecto para satisfacer a varios residentes que piden a la ciudad que cumpla la promesa de reservar este espacio para las artes.

En reuniones anteriores, el plan de renovación provocó reacciones entre dos grandes constructoras, los residentes y algunos comisionados de la ciudad. Mientras las constructoras lo presentan como un cambio beneficioso para el barrio, otros lo ven como un regalo de los últimos terrenos públicos a contratistas privados para edificar apartamentos pequeños con un reducido espacio para entretenimiento. 

Las constructoras KGTC LLC. y Menin Hospitality proponían tumbar el actual teatro y construir un edificio de unos 45 millones de dólares, con 7 pisos de pequeños apartamentos, una división en la planta baja parade tres espacios comerciales, y otro, en el que la ciudad habilitaría el centro cultural. A cambio, las constructoras pedían a la ciudad, actual dueña del teatro, alquilar el terreno por 99 años, por un dólar al año; que la ciudad se hiciera cargo de pagar los gastos para demoler el edificio, y de armar el centro cultural en el nuevo espacio. Por último, también pedían una excepción que les permitiera saltarse la normativa de construir un estacionamiento para el edificio. 

“En realidad no es 1 dólar al año, es un activo que será propiedad de la ciudad, lo que me preocupa es que, si no llegamos a un acuerdo, esa propiedad estará abandonada por muchos años más”, confesó el comisionado David Richardson, quien dice que la ciudad no tiene los fondos para costear la remodelación del teatro estimada entre 10 y 15 millones de dólares. 

Para ser aprobada, la propuesta necesita los votos a favor de al menos cinco de los seis comisionados y del alcalde.

Dos comisionados, Mark Samuelian y Michael Gongora, suficientes para bloquear la medida,  criticaron la propuesta porque, según ellos, beneficia más a los contratistas que a la ciudad y las necesidades de sus residentes. 

“Estaríamos perdiendo el control, hoy está 100 por ciento bajo el control de la ciudad, lo que significa que está bajo el control público y el trato terminaría con eso…la propiedad, con la excepción del centro cultural no serían del público”, dijo Samuelian. “La ciudad tiene que encontrar la voluntad política de financiar esto como ciudad”.

Jared Galbut, gerente de Menin Hospitality, enfatiza que es un trato justo, ya que las compañías privadas son las que tomarán el mayor riesgo por la inversión y, además, asegura que este proyecto proporcionará viviendas asequibles, algo muy necesario en la zona. 

Sin embargo, el antiguo administrador de la ciudad reconoció que los precios de alquiler, con las unidades individuales más baratas en 1,159 dólares y las de dos habitaciones en 2,018 dólares mensuales–no son asequibles para los residentes de North Beach donde los ingresos promedio anuales son de 43,439 dólares.

“Las microunidades son closets…realmente no necesitamos eso. Desde la 71 hasta la 88, todo es unidades de vivienda pequeñas”, dijo Hannah Baumgarten, directora del grupo Dance NOW!, el cual solía presentarse en el Byron Carlyle.  

Según los planos presentados en diciembre, los departamentos más pequeños tendrían 413 pies cuadrados, área que es apenas un poco más grande que dos puestos de estacionamiento. Mientras que los de dos habitaciones con 671 pies cuadrados equivalen a tres puestos y medio. 

En diciembre, la ciudad aprobó el proyecto de KGTC LLC. para renovar el “Town Center” de North Beach de 22 pisos donde edificarán otra torre de microunidades. Además, ambas compañías son dueñas de varios terrenos alrededor del teatro, como toda la cuadra frente al centro cultural y otro grupo de lotes al noreste de North Beach. 


Mapa de las propiedades de KGTC frente al Byron Carlyle comparadas entre 2015 y 2019.
Mapa cortesía de Google Maps.

Por su parte, los residentes temen que poco a poco se pierda la esencia de su vecindario. Nancy Liebman, ex- directora de la Asociación Preservacionista de Miami Beach, dice que el edificio simplemente no es compatible con la zona.

“Es un edificio sin carácter Art Deco, grande y feo que no posee encanto. Su tamaño y diseño no pertenecen aquí,” dijo Liebman, quien plantó las raíces de su familia en el barrio hace más de 60 años y décadas atrás impulsó para que el teatro mostrara películas de niños.

“Nosotros necesitamos más artes para nuestras comunidades, especialmente en North Beach que ha sido olvidada por años en cuanto a renovaciones,” dice Baumgarten.

El comité para preservar el Byron Carlyle compuesto de residentes y activistas locales, quiere preservar la fachada del edificio, el mosaico de las islas de Miami Beach, y recrear las taquillas, alfombras, sillas y cortinas.  Además, exigen un área más grande para el centro cultural que los 10,500 pies cuadrados propuestos donde quepan varias salas de cine, cafeterías, tiendas y galerías de arte.

“La belleza del Byron Carlyle es que es un ícono histórico porque ha atendido a muchas décadas de gente”, dijo Liebman, quien recuerda la zona del teatro como la más viva de la época. “Ahora hay un desierto cultural aquí arriba, hay abandono. La ciudad no ha invertido nada en North Beach.”

A pesar de ello, el comisionado David Richardson dice que el teatro no es significativo arquitectónica o históricamente y que no es conveniente renovarlo.

“Vale la pena salvar las memorias, no el edificio”, dijo Richardson. “Sería fiscalmente irresponsable intentar salvar el edificio en su forma actual, costaría millones y millones de dólares rehabilitarlo. No sería una buena inversión de dinero.”

Baumgarten, quien sueña con volver a presentar su compañía de baile en el teatro, cree que las constructoras se aprovechan de la comunidad trabajadora que no participa en las reuniones de la ciudad para salirse con la suya. 

“Hay desconfianza en el sistema porque como este es un barrio de bajos ingresos, hay mucha gente que ya vive en micro-unidades, gente de clase trabajadora, inmigrantes, que apenas están poniendo los pies en la tierra y al estar poco representados, sus necesidades serán ignoradas, no serán tomados en cuenta”, dijo Baumgarten. “La gente que está bien conectada y tiene acceso a los políticos en Miami Beach será atendida”.

A pocos días de la nueva revisión de la propuesta, Salazar espera que la voz de la comunidad sea tomada en cuenta y así poder volver a disfrutar de un teatro que se parezca al de sus recuerdos de la niñez. 

“Me gustaría ver un centro cultural que tenga elementos que nos recuerde el Byron Carlyle arquitectónicamente y lo que significó para la ciudad”, confesó Salazar. “Esperemos que tenga un gran teatro, otros programas, y también actividades que marquen una diferencia en nuestra comunidad”.

Juan Alvarado is a graduate student at Florida International University. Prior to his arrival in South Florida, Alvarado got his undergraduate degree from Indiana University and worked a full year at CNN en Español as an Intern and Associate Producer. He is passionate about journalism and sports. He has covered events like the NCAA Men’s Soccer Final Four Tournament in Philadelphia and California. In 2018, he traveled to Moscow, Russia, to make content about the FIFA World Cup for the Ecuadorian network Teleamazonas. In the future, Alvarado aims to create content for a major network and his dream is to own his own media company one day.
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Valentina Palm is a broadcast journalism major. Passionate about investigative journalism, she likes shining a light on community issues that sparks change. She is a student reporter for Caplin News's New York City Bureau and is a staff writer for FIU's student publication PantherNow, covering student government and FIU faculty. Valentina is interested in multimedia journalism and focuses on capturing compelling videos and photographs to accompany her written stories. A native of  Caracas, Venezuela, she understands the importance of the freedom of the press and the responsibility of accurately reporting the truth.

Rebeca Ortiz graduated from the Monterrey Institute of Technology and Higher Education and is currently pursuing her master’s degree in Mass Communication. She aims to create content for a major network and become a mediator between creative producers and audience.