Jóvenes boricuas buscan en Miami el hogar que el huracán María les quitó

Catástrofe. Hambre. Destrucción. Desesperación.

“Me subió el colesterol. Teníamos que comer afuera todo el tiempo. A mí me afectó por el estrés, que fue tan fuerte que estuve tomando antidepresivos por seis meses, pero ella, mi hija, se adaptó. Tomé el riesgo por ella”.

Así dijo Jennifer Silvestry, una joven madre puertorriqueña que tomó su maleta en Puerto Rico para trasladarse a Miami luego del “inolvidable” Huracán María, que ocurrió el 20 de septiembre del 2017, y quien aseguró que este paso le ocasionó problemas tanto físicos como mentales.

Según datos del Censo y del Centro nacional de Huracanes de Estados Unidos, entre 2017 y 2018, poco más de 135 mil puertorriqueños abandonaron la isla luego del paso del Huracán María, la peor catástrofe natural en la historia de Puerto Rico. Este número, resultado de un estudio realizado por el Centro de Estudios Puertorriqueños de la Universidad de la ciudad de Nueva York, trae consigo jóvenes; jóvenes con sueños, que decidieron “cruzar el charco pa’ Gringolandia” en busca de un nuevo amanecer. Un amanecer donde las palmas no estén en la calle, donde puedan estudiar o simplemente “echar pa’ lante”.

De acuerdo con la  Agencia Federal del Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), 1,610 boricuas se establecieron en la Florida, en su mayoría en el Condado de Miami-Dade. Alrededor de 1,000 son jóvenes que decidieron quedarse en el sur de este estado, dejando en su Borinquén su recuerdo de la inesperada María.

Silvestry llegó con su hija de siete años. “Primero estuve en un hotel en Hollywood, gracias a FEMA, y luego estuve en otro. Estuve cuatro meses viviendo en hoteles”.

En entrevista por correo electrónico con Juan Rosado Reynés, portavoz de FEMA en Puerto Rico, esa agencia ha recibido hasta abril más de 1.1 millón de solicitudes por asistencia de puertorriqueños dentro y fuera de la isla , de las cuales más de 469,000 han sido aprobadas. Asimismo, Rosado Reynés explicó que luego del huracán María sus fondos se  asignaron en tres partes: $755 millones en asistencia de vivienda, $407 millones en asistencia por o necesidades y $946 millones en asistencia para necesidades inmediatas en la isla.

“Fueron tantas cosas que me pasaron por la cabeza. Yo llegue a Hollywood sin saber inglés. El padre de mi hija me dijo, ‘Estas pasando trabajo por gusto, vete a Doral, ahí todo el mundo habla español’. Le dije que no, porque si yo me quedaba en esa zona yo iba a aprenderlo. Yo sabía que todo era un proceso, pero estuve en psicólogos seis meses. Estar sola aquí fue un riesgo bien grande” dijo Silvestry, quien actualmente labora en una estética de belleza en Miami, como lo hacía en Puerto Rico.

Uno de los peores momentos que recuerda la boricua de 30 años, fue cuando una mujer la enfrentó por no dominar el idioma. “Me dijo, ‘Pero si tu eres de Puerto Rico, ¿por qué no sabes inglés? Vete a una escuela’. Fue duro”.

Otro de esos “peores momentos”, que Jennifer recuerda fue cuando comenzó a trabajar en una estética de belleza. “Resulta que me empecé a dar cuenta que los clientes me preguntaban si yo era nueva. Esa jefa a las tres semanas me dio llave del negocio y me sentía ‘explota’ (cansada). Y le dije que no iba a trabajar más y me dijo que no me iba a pagar. Me quedé y le dije que no me iba hasta que me pagara o llamaba a la policía. Y me dio cheques y no tenían fondos. Ahora en marzo tenemos vista porque tuve que poner una demanda. A lo mejor piensan que como no sabes mucho inglés, tu te vas a quedar así. Pero esta vez demandé”.

A pesar de que Puerto Rico es territorio de Estados Unidos, el inglés no es su idioma principal. Para muchos esto es una barrera, pero para otras, como Camila Vázquez, es otra historia.

“Domino el idioma y estaba estudiando para ser maestra de inglés. Pasa el huracán María y después de los tres meses, decido tomar acción sobre mis estudios, ya que había paro (huelga) en la Universidad de Puerto Rico (UPR), e hice un research y la Universidad Internacional de la Florida (FIU) estaba dando el tuition waiver, y decidí aplicar”. Este último se define como un tipo de ayuda financiera que les permite a estudiantes internacionales pagar un costo de matrícula como residentes de Florida, el cual es menor en comparación con el pago como residentes de su país o estado natal.

Vázquez, de 21 años, cuenta que su mayor desafío fue al llegar a Miami y ver que no era lo que ella esperaba. “El proceso en la FIU fue telefónicamente antes de irme de Puerto Rico. Te decían cosas distintas. En otras palabras, recibí información errónea. Cuando llegue al comenzar mi semestre no había recibido lo que habían dicho. La residencia uno tenía que pagarla del bolsillo y las becas no cubrían, cuando por teléfono me dijeron que sí. Muchos préstamos que tuve que sacar para poder sobrevivir”.

Asimismo, según contó, la institución académica le aseguró que recibiría ayuda para poder costear la residencia dentro de la universidad. Y cuando arribó a la misma, tuvo que realizar un préstamo privado.

Annelisse Villiers, coordinadores de la Oficina del Programa de Becas de la FIU, en entrevista aseguró que esta universidad no ofreció ninguna ayuda económica para la residencia de los jóvenes puertorriqueños impactados por María, pero sí el tuition waiver, hasta la primavera del 2019.

Villiers también explicó que su oficina se encargó de conectar a los cerca de 300 estudiantes boricuas que llegaron después de María con sus respectivos departamentos para otras ayudas económicas que corrían por parte de ese sector.

Comunicado de prensa de FIU que apoya los datos que mencionó Annelisse Villiers, coordinadores de la Oficina del Programa de Becas de la FIU. Foto cortesía: Laura Isabel Pérez

“Cuando estaba haciendo los trámites con la FIU uno llamaba y muchas veces los que contestaban los teléfonos eran los estudiantes. Ellos no sabían y me pasaban a otra oficina. Pero rápido yo lo resolvía diciendo que era de Puerto Rico. El sistema al principio fue ineficaz pero después no”, dijo Ayala.

Javier Ayala, quien aún depende económicamente de su madre, quien reside en la isla, viajó a Miami para la orientación universitaria y personalmente hizo los trámites “sin problema”.

Sin embargo, no todo fue color rosa. “Al principio siento que los estudiantes me subestimaban por mi acento y mi forma de hablar. Yo pienso primero en español y lo traduzco. Pero cuando vieron mis notas, que salía mejor que ellos, y que podía aportar, todo cambió. Eso fue por parte de mis compañeros. Los profesores siempre estuvieron disponibles a ayudar”.

Principales desafíos de los boricuas en el sur de la Florida

Según un estudio realizado por la FIU y la Alianza Puertorriqueña de Florida el año pasado, el mayor desafío de los puertorriqueños que llegaron al sur del estado floridense luego de María fue el idioma. De los encuestados, los cuales son residentes de Miami, Fort-Lauderdale, y otros sectores de Florida, solo el 10 por ciento recibió algún tipo de ayuda económica por parte de las autoridades federales.

La presidenta del ‘Puerto Rican Democratic Club’ de Miami-Dade, Nicol Rodríguez, y quien formó parte de los grupos de apoyo para recibir a los puertorriqueños que llegaron a Miami luego de la catástrofe atmosférica, coincidió con este estudio.

“No vienen preparados por la desesperación. Dicen ‘Me voy’, y llegan creyendo que conseguirán trabajo rápido, encima de eso no saben inglés. Y eso es esencial. Se encuentran con un trabajo que no paga lo suficiente, y no les da para buscar casa. También el sentimiento de vivir en Puerto Rico con un estilo de vida y aquí todo es diferente. Eso definitivamente provoca un cultural shock”, dijo Rodríguez.

Otros de los desafíos son encontrar empleo y el costo de vida que, en comparación con Puerto Rico, es más alto. Un ejemplo de ello son las viviendas. Mientras que en Miami la renta de un apartamento puede llegar a costar $1,500 mensualmente, en Puerto Rico solo cobran $300.

“Si no vienen con trabajo es más cuesta arriba y la vida aquí es muy cara. El cambio es mucho más caro y entonces no se lo esperan. Además, llegaron sin nada, sin saber ingles, no vinieron con un peso”, afirmó Rodríguez.

La salud mental, como explicó la psicóloga que ejerce en Miami, Viviana Barreiro, es un tema también preocupante.

“La migración afecta todas las áreas de la persona que emigra a nivel bio-psicosocial. La persona que emigra se enfrenta a unos cambios y estos cambios llevan a que se generen duelos. Ese duelo es múltiple porque la persona no solamente está dejando su familia, sino también la parte social, sus relaciones, principios de vida, su trabajo, sus espacios”.

Sin embargo, cuando se une la migración junto a la vivencia de una catástrofe atmosférica, las consecuencias psicológicas en las personas pueden ser “traumantes”, de acuerdo con la psicóloga.

“El huracán es una experiencia traumática. No solo impacta a una persona. Al ser una experiencia traumática genera un desequilibrio y ataca bio-psicosocial y espiritual. Ataca fuertemente. Con el huracán la persona puede experimentar emociones normales como tristeza, temor, irritabilidad y alteraciones en el comportamiento. Esto es normal. Si ahora juntamos el huracán más toda la vivencia de un proceso de migración, realmente son cargas fuertes, como tristeza, miedo al futuro y procesos de duelo”.

Según Barreiro, tales emociones pueden desencadenar trastornos. “Es muy importante que cuando estemos en contacto con estas personas con este impacto, brindarles redes de apoyo sólidas. Que podamos ser una red de apoyo para brindarles herramientas. Si no se hace un abordaje adecuado, se puede desencadenar trastornos  depresivos, trastornos de ‘stress’ post traumáticos, suicidios, adicciones a sustancias”.

Precisamente, Silvestry pasó por un proceso de depresión y decidió regresar a Puerto Rico para ver cómo había quedado la tierra que la vio nacer.

“Debido a la depresión fui a Puerto Rico. Yo necesitaba ver que iba a hacer con mi vida. Y cuando llegué era lo mismo, postes en el piso, se iba la luz y dije, ‘No puedo’. No me gustó. Ya no era el Puerto Rico de antes. Gracias a una tarjeta de crédito tomé el curso de técnica de uñas. En tres meses obtuve la licencia. Hacía Uber en el día a lo que mi nena salía de la escuela y luego entonces nos íbamos para la escuela hasta las 10 p.m. Así estuve tres meses”.

Vázquez también aseguró que desde el paso del huracán y luego de mudarse a Miami, su salud mental no es la misma. Considera que lo más que le ha afectado es estar lejos su familia. “Lo mas difícil fue adaptarme y estar lejos de mi familia. También vivir aquí sola, he tenido un sentido de independencia grande”.

Nicolle Ortiz, es otra joven madre puertorriqueña que vino a Miami por una razón mayor, su salud.

“Viví el huracán George y Hugo y no se comparan con María. Por conseguir agua y comida, me enfermé. Tengo ciertas enfermedades, entre ellas IDP (Inmunodeficiencias primarias), que es una condición complicada porque no se puede monitorear como la alta presión. Si tienes menos de 20,000 plaquetas en el cuerpo te puedes desangrar y por eso tenía que estar en el hospital. Cuando fui al hospital, días después de María, me dijeron que no podían hacer nada por mi. Mi esposo le dice al médico, ‘¿La vas a dejar morir?’ El medico le dijo que no tenía nada para atenderme y le dije: Me voy”.

Ortiz, quien actualmente labora en la cadena de televisión NBC Universal y se desempeñaba como empresaria en la isla, llegó con su hijo y su esposo.Pero este último se tuvo que regresar por cuestiones laborales, aunque en la isla ningún servicio estaba operando.

“Cuando llegué a Miami, mi prima me recogió y me llevó al hospital. No recibimos ninguna ayuda económica. Yo pensaba regresar, nunca la idea fue de quedarnos”.

La boricua de origen cubano vivió unos meses con su prima en lo que se estabilizaba su condición, pero luego encontró trabajo en su área de especialidad. Sin embargo, la distancia con su esposo fue lo más que le costó.

“Fue difícil; 16 años juntos. Era la primera vez que estábamos lejos. Hubo noches de lágrimas, de pensar regresar. Y para mi nene más porque no tenía a su papá”.

Su hijo pasó por una etapa de aceptación, pues cuenta su mamá que lo más que extrañó fue a sus “amiguitos, pero a nivel del idioma no. “El siguió su mismo grado”.

Hace dos meses, el esposo de Nicolle tomó la decisión de alcanzar a su familia en Miami, noticia que ella definió como “emocionante y más que agradecida”.

¿Qué dice Puerto Rico y Miami?

El secretario del Departamento de Estado de Puerto Rico, Luis Rivera Marín, quiso abundar sobre los jóvenes en Miami luego del huracán María, por contacto telefónico.

“El éxodo nos hizo sin barreras. Este éxodo no es totalmente atribuible al huracán. Esto se veía mucho tiempo atrás. Los puertorriqueños han preferido Florida. La situación del huracán y la política de brazos abiertos consideró que los puertorriqueños se fueran”.

Ante la interrogante a cerca de que si el gabinete actual al mando de la isla planea alguna estrategia para atraer a todos los jóvenes puertorriqueños que se fueron, Rivera Marín aseguró que sí, ya que afecta a la comunidad en la isla. “La migración de los jóvenes trastoca ese balance generacional. Crean una curva donde los de 50 años o más componen la mayoría de la población. Y eso afecta.”

Y es que según una investigación del Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College en Nueva York, solo una pequeña fracción, de alrededor de 3,000 personas mayores de 65 años se marcharon de la isla hacia distintos estados, en comparación con 20,000 jóvenes. Todo esto ocurrió entre el año 2017 al 2018.

Este estudio, asimismo, concluyó que entre 114,000 y 213,000 residentes boricuas abandonarán la isla cada año después de Huracán María. De 2017 a 2019, estimó que la isla caribeña puede perder hasta 470,335 residentes, o el 14 porciento de la población.

La Oficina del Censo de Estados Unidos determinó que luego de María se han registrado más muertes que nacimientos en la isla. Pues desde julio del 2017 a julio del 2018 ocurrieron alrededor de 24 mil nacimientos frente a 31 mil muertes.

“Por naturaleza, si un joven tiene la posibilidad de mejorar, el ser humano se va a mover por unos criterios que son las posibilidades de tener éxito, mejor acceso a la educación. Después de María, muchos de ellos tomaron esa decisión a lo que las cosas en Puerto Rico mejoraban”, dijo Rivera Marín.

Pero, ¿cuáles son las medidas que está tomando el gobierno boricua para que los jóvenes regresen? Rivera Marín sostuvo que lo principal es crear oportunidades para todos en la isla. “Innovación de empleos en pequeñas y grandes empresas, también en el área de programación de computación, entre otros”.

Además, según el secretario, la Universidad de Puerto Rico recientemente firmó un acuerdo con la Universidad Central de la Florida para que los jóvenes en Puerto Rico puedan importar bienes y servicios en Hispanoamérica y EE.UU. “El gobernador apuesta por eso, para que los jóvenes puedan enfrentar esos campos, como la ciencia, tecnología, artes, entre otros.”

El alcalde del condado de Miami-Dade, Carlos Giménez, y el alcalde de Miami, Francis Suárez, fueron contactados para conocer su opinión sobre este tema, pero nunca se recibió respuesta.

Por otro lado, José Colón, quien describió como inolvidable el paso de María por su isla, aseguró que Miami “lo ha tratado muy bien”.

“Nos hemos adaptado bastante. Llevo un año. Con el corazón en Puerto Rico”. Colón llegó a Miami en 2017, pues su hermano ya residía en esa ciudad, e inmediatamente cumplieron “un sueño”, establecer su propio negocio, como lo hicieron en Puerto Rico, de comida puertorriqueña en la famosa Calle 8. Aunque, dejó en la isla su “tesoro”. “Yo me vine solo. Mi hijo está en Puerto Rico. Fue difícil porque yo no quería dejar mi isla. Por la situación en Puerto Rico, tuve la obligación y surgió la oportunidad de hacer un restaurante e hicimos este sueño realidad”.

Hasta el momento, Colón expresó que no ha recibido ayuda económica por parte del Condado de Miami-Dade, ni del gobierno puertorriqueño, pero “nos han visitado y han abierto las puertas y nos han recibido con cariño”.

“Al principio todo es difícil, pero todo súper bien. Fue algo grande porque estamos teniendo una experiencia bien bonita y estamos bien contentos. La mayoría de los clientes son puertorriqueños, vienen cubanos, dominicanos y turistas”.

Los hermanos Colón coincidieron en una meta a largo plazo: regresar a la isla cuando estén en una edad adulta. “Regresaría a mi isla en un futuro. No sé cuándo, pero sí regresaría, en un futuro largo, en la vejez. Me retiraría en Puerto Rico”, afirmó José Colón.

Asimismo, Javier Colón dijo, “Tengo planes de volver a Puerto Rico cuando me gradúe de veterinario. No quiero dejar que mi isla se hunda ni que se quede vacía. Cuando esos viejos ya no estén, yo quiero estar. Mi voz aquí vale mas que en Puerto Rico”.

Justamente, Gabriela de Jesús, estudiante de la FIU y presidente de la Asociación de Estudiantes Puertorriqueños de la universidad, y de la cual Camila Vázquez y Javier Colón son miembros, contó que ha “notado que muchos tienen ese deseo de crear una comunidad aquí, quieren buscar su representación. La mayoría de ellos han sido proactivos”.

De Jesús afirmó que 150 de los 160 estudiantes de su organización que vinieron después de María se benefician del tuition waiver, dato que confirmó la Oficina de Becas de la FIU, a través de Villiers.

El pasado mes de marzo esta asociación logró que el costo de matrícula como residentes de Florida se extendiera hasta el 2022. “El 2 de octubre envié una carta al presidente de la universidad, que decía que se extendiera el ‘waiver’ porque otras universidades habían hecho lo mismo. Vi al presidente y se la entregué en sus manos. Queríamos que nos dieran el mismo trato que la Universidad Central de la Florida, la cual también lo extendió. En enero recibí una llamada y me dijeron que la universidad había tomado una decisión. Y así se hizo posible. Puerto Rico tiene un salario promedio de $20,000 al año, así que es muy difícil que puedan pagar un ‘out state’ (pago de matrícula como no residentes de la Florida)”.

“Yo hubiese sido de las 4,000”

Meses después del paso de María, el gobernador de Puerto Rico, en conferencia de prensa, afirmó que el total de fallecidos por causa de este huracán fue de 64. El año pasado distintos estudios aseguraron que la cifra oficial era al menos 46 veces mayor al mencionado por el gobierno de la isla.

En primer lugar, la Universidad de Harvard concluyó que el total de muertes en la isla por el huracán fue de 4,645. Luego, tres meses después, la Universidad George Washington finalizó con que habían sido 2,975, investigación encargada por el gobierno puertorriqueño.

“Yo hubiese sido de las 4,000 y pico porque no me podían atender. Yo sí puedo dar fe, porque fui a los hospitales y no había nada. Tal vez ellos no tuvieron la oportunidad de salir. Si no hubiese salido, hubiera sido una de las fallecidas”, afirmó Nicolle Ortiz, quien aseguró que su delicada situación médica fue la principal causante de su salida de Puerto Rico.

Tanto, Silvestry, Vázquez, Javier y José Colón y Ortiz, coincidieron en un aspecto: no se arrepienten de venir a Miami.

“He hecho Uber, limpiado, he vendido carros, pero mi plan es pulirme en este campo (mundo de la belleza), quiero tomar otros cursos. He madurado muchísimo, he sido más solidaria, más cautelosa, también me han pasado cosas buenas y malas. Sobre todo, a ser más humana. A pesar de lo duro, no me arrepiento”, dijo Silvestry.

Javier Colón y Camila Vázquez, dos estudiantes boricuas, también afirmaron lo mismo. “No me arrepiento porque siento que me está ayudando a llegar a mi meta más rápido. Puerto Rico tiene mucha deuda y les quitan fondos a las universidades y donde yo quiero estudiar no hay fondos”, dijo Colón. Vázquez tiene una visión diferente a la de su compañero Javier. “No me arrepiento porque voy a graduarme, pero sí estoy triste y es por eso por lo que he pensado irme de Miami para poder vivir más calmada. Miami es muy caro para los estudiantes. Para los que no tienen preparación académica”.

José Colón se mantiene optimista, reflejo de una situación económica más holgada. “No cambiaría nada, porque este cambio que dimos acá fue un cambio que no tiene explicación en cuestión de negocios. Tenemos un restaurante bonito, tenemos clientes familiares. En Miami hay muchas oportunidades de negocio y trabajo”, dijo Colón.

Entretanto, Ortiz explicó que no tiene planes de regresar a la isla. “Yo siento una paz que no puedo explicar. Yo vivía en Caguas y trabajaba en San Juan y ese tramo era de estrés y si me pasaba algo estaba sola. Lo siento más estable para mi nene y esposo. Por ahora, no me gustaría regresar”.