El secreto sucio de Miami Beach: El canal de Park View Island

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Omar Jiménez recuerda como todos los días, después del trabajo, saltaba desde su muelle al canal que rodea la isla de Park View, en North Beach. Invitaba a sus sobrinos y amigos para enseñarles su “acuario natural”, una colonia de corales junto al muelle de su casa que atraía a peces globo, mantas rayas y delfines que nadaban por ahí.

Pero entonces, el agua clara se torno verde y turbia. Poco a poco, la calidad del agua fue decayendo. A veces olía mal y los brotes de algas se hicieron más frecuentes. El año pasado, en la primera semana de abril, Jimenez se acercó a su muelle y vio miles de peces muertos flotando en la superficie. 

“Miré dentro del agua y estaba cubierta de manchas por todas partes”, recuerda Jiménez. “Y, cuando mire más de cerca, vi que eran los vientres blancos y amarillos de los peces globo. Estaban por todo el canal flotando boca abajo, muertos. Fue entonces cuando dije: ‘Ya no me vuelvo a meter en el agua'”. 

La muerte de los peces y su olor, duró varios días. Los brotes de algas verdosas y espumosas continuaron durante semanas.

La una vez clara y transparente agua del canal de Park View Island, ahora es verde y turbia. Los brotes de algas son frecuentes y los residentes lo describen como “tóxico y fétido”. Foto por Omar Jimenez.

“Me mudé a Miami Beach por la imagen que se había creado durante muchos años de este lujoso paraíso y de lo hermosas y limpias que debían ser nuestras playas y aguas”, dijo Jiménez. “Pero ahora, después de vivir aquí durante años, es repugnante. No recomendaría que nadie se meta allí”.

Hace un año, un derrame de aguas residuales cerca de Lincoln Road provocó la rotura de una tubería principal de alcantarillado a cuatro cuadras y, desde entonces, el canal de Park View Island ha estado bajo una alerta de no tener contacto con el agua porque la concentración de heces ha superado entre 100 y 300 veces el límite de riesgo del estado. 

La ciudad de Miami Beach achaca los niveles extremos de heces fecales a un problema sencillo: caca de perro, y el pasado mes de diciembre lanzó un programa de educación comunitaria instando a sus residentes a recoger los desechos de sus mascotas, con el objetivo de hacer desaparecer el problema. Sin embargo, dos científicos locales afirman que esto es absurdo y que la ciudad está tratando de evitar pagar por décadas de negligencia.

“¿Caca de perro? ¿Es una broma? Realmente necesitaríamos tener un montón de perros cagando a nuestro alrededor”, dijo Henry Briceño, que lidera el Centro de Investigación Ambiental del Sureste de la Universidad Internacional de Florida y dirige su Red de Monitoreo de Calidad de Agua. 

Tras estudiar la calidad del agua del condado durante 16 años, Briceño afirma que la concentración extrema de bacterias fecales en el canal indica un problema complicado y costoso: las aguas residuales se están filtrando por las viejas y deterioradas tuberías de la ciudad.

“Esto de la caca de perro es un juego que la ciudad ha tenido durante años”, dijo Harold Wanless, presidente del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad de Miami. “Hay un problema de confianza, porque si hay bacterias fecales humanas, eso se convierte en un problema mucho más grave a los ojos de todo el mundo, desde los ciudadanos hasta los protectores del medio ambiente”. 

La calidad del agua del canal de Park Vie Island lleva años disminuyendo. Ahora, el agua cerca del embarcadero público de kayaks en la Calle 73 y la Avenida Dickens es verde y turbia como consecuencia de la contaminación crónica. Foto por Valentina Palm.

Descuido histórico del sistema de alcantarillado de Miami Beach 

Reguladores federales y estatales llevan décadas amonestando al condado de Miami Dade para intentar detener las inmensas cantidades de desechos humanos que fluyen cada año hacia la Bahía de Biscayne y el océano Atlántico.

En 2008, Florida exigió al condado que dejara de verter aguas residuales al océano. Y, en 2017, agencias federales añadieron otra orden para arreglar las tuberías con fugas y las plantas de tratamiento. El coste estimado de todo esto es de unos 7,500 millones de dólares, o 2,800 dólares por cada hombre, mujer y niño que vive aquí. Con el calentamiento global y la subida del nivel del mar, estos costes sólo aumentarán. 

“Las fugas de las tuberías de alcantarillado rotas y reventadas han contribuido al derrame de millones de galones de aguas residuales directamente a la Bahía de Biscayne”, dice un informe del Gran Jurado de Florida de 2019. “Porciones significativas de las 6,500 millas de tuberías principales y laterales en el sistema de aguas residuales son viejas y necesitan ser reemplazadas.”

El año pasado, el estado demandó a la ciudad de Miami Beach por $ 750,000, citando cinco fugas de aguas residuales:

  • 31 de julio de 2019: 780,000 galones de aguas residuales sin tratar se filtraron de una tubería de aguas residuales perforada por Calea Corporation– 390,000 galones fueron a la bahía.
  • 4 de diciembre de 2019: El sistema de alcantarillado del puente levadizo East Rivo Alto de la ciudad derramó 3,800 galones de aguas residuales, que fueron a parar a la bahía.
  • 4 de marzo de 2020: La empresa de perforación A.C. Schultes perforó una tubería principal de alcantarillado de 42 pulgadas cerca de Lincoln Road causando una descarga de 875,000 galones de aguas residuales — 713,000 galones fueron a parar a la bahía.
  • 5 de marzo de 2020: Desviar el flujo de la tubería principal fracturada, causó la ruptura de rompió otras dos tuberías principales.  Más de 20,520.000 galones de aguas residuales se derramaron en la Calle 28 y Pine Tree Drive durante 18 días. Otros 665,000 galones se desbordaron en la calle 72 y la Avenida Harding, de los cuales 593,000 galones entraron a la bahía. 

El estado exigió que la ciudad de Miami Beach desarrollará un comprensivo plan de emergencia para responder a las fugas de aguas residuales y que “emprendiera un rápido programa de reparación y rehabilitación del sistema”. De lo contrario, “los vertidos de aguas residuales del Sistema se seguirán presentando… la amenaza de un daño irreparable para la salud humana, las aguas y propiedad, incluida la vida animal, vegetal y acuática del estado”, dice la demanda.

Todo esto preocupa a Rachel Silverstein, directora ejecutiva de Miami Waterkeeper, un grupo a,ambientalista local que durante años, ha enfrentado a la ciudad y el condado por las aguas residuales que contaminan la Bahía de Biscayne

“Las fugas de aguas residuales pueden causar problemas de salud pública”, dice Silverstein. “Liberan una gran cantidad de bacterias y virus y otros tipos de sustancias químicas desagradables en el agua”.

Agua turbia y explicaciones aún más turbias 

Un mes antes de que Jiménez presenciara la muerte de los peces el pasado mes de abril, A. C. Schultes de Florida -una empresa de perforación y limpieza de pozos de agua que opera bajo el nombre de Jeff Wells Drilling- perforó una tubería principal de alcantarillado de 42 pulgadas cerca de Lincoln Road. La ciudad rápidamente desvió el flujo de las aguas  residuales, provocando la rotura de otras dos tuberías. Alrededor de un millón de galones de aguas residuales inundan la bahía, provocando una aviso de no contacto con el agua de la zona y matando a casi todo a su paso.

Una de las tuberías rotas– situada en la Calle 72 y la Avenida Harding –, está a sólo cuatro cuadras del canal de Park View Island. La tubería derramó 593,000 galones de aguas residuales a través del barrio, que fluyeron hacia el canal y luego entraron en la Bahía de Biscayne.

Un día después, el 6 de marzo, la concentración de heces en el canal era más de 345 veces el límite de riesgo del estado, superando las mediciones de las pruebas, según los datos de la ciudad. 

Mapa de la distancia entre el canal de Park View Island y la tubería que se rompió a solo cuatro cuadras de la cual 593,000 galones de aguas residuales terminaron en la bahía por el canal.

El único punto en el que coinciden los funcionarios de la ciudad, residentes, científicos y ecologistas es que, aunque la fuga de aguas residuales causó que se examinará el agua que identificó la extrema concentración fecal del canal, este ha estado contaminado durante años.

“El recuento de bacterias existía antes de la fuga de aguas residuales”, dijo Roy Coley, director de obras públicas de Miami Beach. “Simplemente no lo sabíamos porque era una zona en la que no había muchas pruebas que lo identificaran”. Él explicó que la baja circulación del canal permite que las bacterias permanezcan. 

Los científicos Briceño y Wanless explican que las bacterias sólo tardan un par de semanas en dispersarse o morir. El hecho de que, nueve meses después del derrame, una muestra registrara niveles de bacterias fecales 49 veces superiores al límite de riesgo establecido por el Estado, indica que la contaminación del canal es crónica, producto de años de aguas residuales que se filtran por tuberías de alcantarillado viejas y corroídas.

La concentración de heces en un cuerpo de agua se mide por sus niveles de enterococos, una bacteria generada en la flora intestinal de humanos y animales. El límite de seguridad es de 70 unidades formadoras de colonias por cada 100 mililitros de agua (70 ufc/100ml).

La muestra de agua tomada por la ciudad en noviembre tenía 3,448 ufc/100 ml de enterococos.

Gráfico que muestra los niveles de bacterias fecales en el canal de Park View Island, datos obtenidos de la ciudad de Miami Beach. Por Valentina Palm.

Wanless y Briceño dicen que es imposible que una contaminación fecal tan extrema se deba sólo a las cacas de los perros.

“Cuando se ven estos valores altos, es porque se tiene una fuente muy activa y muy grande de materia fecal que suele venir del alcantarillado”, dijo Briceño. “Hemos etiquetado esos valores altos con una alta concentración de heces humanas. Puede que haya algo procedente de los perros, pero hay muchas heces humanas que llegan al lugar”. 

Aun así, la ciudad de Miami Beach culpa a los residentes por no recoger los desechos de sus perros cerca de los desagües y del parque Park View Island, situado junto a un embarcadero público de kayak en la Calle 73 y la Avenida Dickens. 

Aunque la ciudad abrió el embarcadero público en 2017, para que los residentes nadaran y remaran, nunca probó la calidad o la seguridad del agua hasta el derrame de aguas residuales del año pasado. Y, después de que las pruebas registraron niveles extremos de bacterias fecales, la ciudad realizó pruebas irregularmente al canal. 

Desde marzo, la ciudad ha examinado el canal en un solo lugar -el embarcadero de kayaks- y lo ha hecho de forma inconsistente, a veces sin notar factores ambientales como las mareas y la lluvia, que pueden afectar a la cuenta de enterococos. También se saltaron pruebas desde marzo hasta junio y los meses de septiembre, diciembre y febrero.

“No es raro que la ciudad intente no encontrar los problemas porque, si lo hacen, van a tener que gastar dinero”, dijo Wanless. “El perpetrador no va a intentar encontrar el problema”.

La ciudad determinó que los desechos de los perros eran la causa de los niveles extremos de bacterias fecales en el canal después de realizar dos pruebas bacteriológicas, explicó Coley.  El Director de Obras Pública de Miami Beach le proporcionó a SFMN cuatro páginas de resultados del 13 de octubre y el 5 de noviembre de una empresa en Miami Lakes, Source Molecular. En ellos se mostraban niveles extraordinariamente bajos de enterococos tanto humanos como caninos. De hecho, en la mitad de las pruebas, están en cantidades muy bajas para cuantificar. Las cifras de los perros eran ligeramente superiores.

“Ahora mismo tenemos mucha confianza en que lo que hay no son [bacterias] humanas y si somos capaces de confirmarlo, entonces podemos estar seguros de que no tenemos consecuencias para la salud humana”, dijo Coley. “Entonces, sólo es cuestión de identificar de dónde vienen todos los residuos caninos y qué podemos hacer para reducirlos, porque no los queremos ahí, aunque no sean un problema de salud”.

La ciudad envió correos electrónicos e instaló dos carteles en el exterior del embarcadero de kayak advirtiendo a los residentes del aviso, señaló. 

Scott Stripling, director de Surfrider Miami — un grupo ambientalista — no está de acuerdo con la cuestión de seguridad. “El enterococo es enterococo”, dice. “Realmente no importa de qué especie provenga… Si proviene de los humanos, puede haber otros patógenos que también podrían estar haciendo el agua más insalubre y peligrosa. Pero, si hay valores de enterococos de este tamaño, ya sea que provengan de ranas, aves o mapaches, sigue siendo inseguro para los humanos.”

Stripling explicó que las pruebas biológicas podrían identificar la materia fecal como procedente, en su mayor parte, de perros, porque las bacterias fecales humanas que se filtran por las tuberías en descomposición han vivido en el canal durante tanto tiempo que sus componentes identificables han cambiado.

“Mi hipótesis es que los enterococos han estado viviendo allí tanto tiempo que se han transformado en una nueva especie no identificable para ninguna especie”, dijo Stripling. Veríamos números en los 70, 90 o incluso 250, pero estos números en los miles, estos son números locos, extremadamente altos. Sólo en una o dos ocasiones hemos tenido algo tan alto”.

Briceño añadió que los niveles de bacterias fecales que alcanzaron 123 y 221 veces el límite de riesgo en agosto y octubre, también indican que las cacas de perro no son el problema. Tanto él como Wanless creen que es ingenuo por parte de la ciudad abordar la contaminación como un problema aislado de la Park View Island cuando sitios de prueba cercanos también registran altos niveles de enterococos y que eso propaga en la bahía.

“Si están muestreando otros pozos y tienen valores muy altos dudo que eso venga de los perros, tiene que venir de las tuberías”, dijo Briceño. “Hasta que no arreglen esas tuberías no van a solucionar el problema, y eso es lo que han dudado en reconocer, por eso me atacaron en 2016”.

En el 2016, Briceño y Wanless, junto con científicos de la Universidad Nova Southeastern y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, participaron en un estudio que demostró las altas cantidades de heces en las aguas de Miami Beach, cerca de la Bahía de Biscayne, eran desecho humanos que se filtran de las tuberías de alcantarillado y las fosas sépticas. Sin pruebas, el entonces alcalde Phillip Levine acusó a Briceno de inflar los datos “para obligar a la ciudad a pagarle por analizar el agua”.

Pero los resultados luego fueron respaldados por un estudio realizado por la propia División de Gestión de Recursos Ambientales del condado.

“Las tuberías llevan años degradando y contaminando el agua y lo hemos visto en casi todas partes”, dijo Briceño. “Por eso nuestros ecosistemas se están colapsando en la Bahía de Biscayne”. 

Wanless dice que es responsabilidad de la ciudad encontrar la verdadera fuente de contaminación y proteger a los ciudadanos y la fauna. “La ciudad no está haciendo las pruebas adecuadamente ni con la suficiente frecuencia para descubrir cuál es el problema…. Los ciudadanos deberían exigir que se hagan pruebas diarias hasta que encuentre el origen”.

Según correos electrónicos escritos por Elizabeth Wheaton -directora del Departamento de Medio Ambiente y Sostenibilidad de Miami Beach- la ciudad dejó de tomar muestras en noviembre “una vez que se determinó que la fuente era de los perros”. Pero, en mayo – cinco meses antes de que se realizaran las pruebas bacteriológicas- Wheaton le escribió a la residente Tanya Bhatt que la contaminación se debía a los desechos de los perros, plantas en descomposición, así como a la falta de flujo de agua en el canal.

En Diciembre, la ciudad contrató a otra compañía de Miami Lakes, Pace Analytical, para que analizara las aguas de Miami Beach. Aunque el canal de Park View Island registró niveles 49 veces superiores al límite estatal ese mes, y fue identificado como lugar de pruebas, quedó fuera del estudio. 

Alta contaminación con baja comunicación.

Los residentes de la isla -que en su mayoría viven en apartamentos de nivel medio y bajo o en las pocas casas adosadas con acceso directo al canal- rechazan la idea de que las cacas de los perros sean la principal fuente de contaminación, ya que han visto cómo ha deteriora la calidad del agua durante años, y han recurrido a las redes sociales, como Facebook y Nextdoor, para denunciar la incapacidad de la ciudad para comunicar y resolver la contaminación del canal. 

Creen que la falta de resultados resalta una actitud subyacente en el ayuntamiento: mientras los famosos de South Beach ganan millones por cualquier capricho, ellos salen perdiendo. 

“Voy a pagar alrededor de 8.500 dólares [en impuestos], así que tengo que pagar mucho dinero para vivir en Miami Beach, no sólo para vivir en Park View Island,” dijo Jiménez. “Me siento completamente frustrado por tener que pagar tanto y no poder ni siquiera utilizar el canal, que es una de las principales razones por las que me mudé aquí”.

Inicialmente, la ciudad de Miami Beach notificó por correo electrónico a los residentes el aviso de no entrar en contacto con el agua. La comunicación se envió a los residentes suscritos a su lista de correo y se publicó un anuncio en la página web de la ciudad y en la aplicación Nextdoor. 

Fotos de las alfombras de algas que nadan con frecuencia en el canal de Park View Island desde el año pasado. Un residente dijo que vivir cerca del canal era como “vivir en una poceta tapada”. Foto de Omar Jiménez

La ciudad envió 11 correos electrónicos en marzo, incluyendo uno diez días después del derrame de aguas residuales diciendo que la advertencia para evitar el contacto con el agua “se ha levantado de todas las áreas, excepto la vía fluvial adyacente a Parkview Island Park.” Sólo enviaron dos correos electrónicos más con advertencias similares en los siguientes cuatro meses. 

En agosto, el canal registró niveles de entre 75 y 123 el límite estatal para un baño seguro.

Teresa Morgan, que vive en el canal, instaló una escalera en su muelle en 2013, cuando se mudó a su casa de Bonita Drive. La idea era nadar por el canal, pero lleva al menos dos años sin utilizarla. Ella cree que Miami Beach todavía no está haciendo lo suficiente para advertir a la gente de la contaminación.

 “La ciudad está poniendo en peligro la vida de la gente al no decirles que están nadando en la mierda; es asqueroso”, dijo Morgan. “No veo un plan de acción”.

El muelle de Teresa Morgan ahora tiene como vista un canal contaminado. Foto de Teresa Morgan

La ciudad planea hacer frente a la contaminación en el canal con su programa educativo comunitario. Los residentes se enfrentarán a una multa de 50 dólares por no recoger los desechos de su perro. Una segunda infracción en los próximos 12 meses costará 100 dólares y la tercera 200 dólares. Foto de Valentina Palm

Según Elizabeth Wheaton, de la ciudad, “el muelle público, donde se toman las muestras, es el lugar más apropiado para garantizar que no haya personas que accedan al canal”.

Sin embargo, el aviso no impide que la gente lance sus kayaks o se sumerja en el agua, y hay múltiples entradas, tanto privadas como públicas, al canal, incluido el paseo de manglares Tatum Waterway, situado detrás de la escuela primaria Biscayne.

Mapa de las diferentes entradas públicas y privadas al canal de Park View Island.

“Es terriblemente peligroso para estos niños”, dijo Paula King, que vive desde hace 25 años a una cuadra de la escuela. “Están poniendo en peligro la vida de la gente y no están comunicando que es agua contaminada, es tóxica, y la gente está aquí en tablas de surf y nadando todos los días, especialmente desde que empezó la pandemia.”

“Esto es como un secreto pequeño y sucio secreto. Nos están poniendo a todos en riesgo y no quieren asumir ninguna responsabilidad por ello”.

 Ser testigo de la muerte de peces frente a su muelle impulsó a Jiménez, residente en la isla de Park View, a crear una asociación de vecinos en la isla para enfrentarse a la ciudad. Dice que los esfuerzos de la ciudad son una “bofetada a los residentes” y una pérdida de tiempo y dinero. 

Cree que la ciudad ha achacado el problema a los residentes de Park View Island porque la isla no tiene una asociación establecida que defienda o hable por los residentes.

Park View Island residents say kids and adults launch their kayaks, swim and fish in the canal daily. They walk past the sign and jump into the water. (photo by Valentina Palm)

Jiménez se pregunta cuándo será la próxima vez que se bañaráa en el canal o admiraráa el parche de corales que ahora está sumergido bajo el agua turbia. EY, Y espera que las pruebas sean más consistentes. El dDesea que la ciudad se comunique con los residentes directamente y aborde el problema. 

Omar Jiménez se mudó a Park View Island Townhouse en 2016 y nadaba en el canal todos los días. El año pasado, impulsado por la muerte de peces, creó una asociación de vecinos en la isla para enfrentarse a la ciudad por su negligencia con Park View Island. 

“Me rompe el corazón que la advertencia de evitar el contacto con el agua siga vigente un año después”, dijo. “Es como si la ciudad se hiciera de la vista gorda. Queremos que la ciudad encuentre la verdadera causa y la detenga de una vez por todas. No quiero irme. Me encanta vivir aquí”.

Añade su vecina Teresa Morgan: “Veo veía manatíes todos los días, hay delfines en nuestras aguas, hay pulpos, caballitos de mar, rayas, hay todo tipo de peces hermosos y vamos a acabar con todo si no tenemos cuidado (…) si están nadando en nuestras aguas residuales no van a estar aquí por mucho tiempo.”

Corrección: Pine Tree Drive estaba misidentificado en una publicación más temprano de este articulo. 

Reporter

Valentina Palm is a broadcast journalism major. Passionate about investigative journalism, she likes shining a light on community issues that sparks change. She is a student reporter for Caplin News's New York City Bureau and is a staff writer for FIU's student publication PantherNow, covering student government and FIU faculty. Valentina is interested in multimedia journalism and focuses on capturing compelling videos and photographs to accompany her written stories. A native of  Caracas, Venezuela, she understands the importance of the freedom of the press and the responsibility of accurately reporting the truth.